Irradia tu ser
gloriosos rayos
cual dorado sol,
eres tú esa luz
que termina con la oscuridad.
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G. Marin (México)
Iluminas el camino
del que ha perdido su destino
que aunque ve, de la vereda se ha salido
y parece un corazón perdido.
¿Quien podra acabar con tus llamas de fuego?
radiante sol, hijo de Dios
cordero sagrado.
Tus pasos son rayos dorados
los enfermos acarician tu manto
con sólo tocarte los has sanado
tu nombre ¡Sea por siempre alabado!
Tomaste entre tus manos
la cabeza de aquel desdichado
-¡Sueltame, aléjate hijo del hombre!-
-"Yo te ordeno Satanás
abandones este cuerpo,
te lo ordeno en el nombre del Padre
porque sólo es sagrado su nombre"-
Sanaste a los enfermos
ordenaste a los vientos calmaran su furia
arrojaste a los demonios,
a los hombres que se alejaran de la lujuria.
¡Oh Pedro, tú eres mi amigo!
y siendo el más fiel hijo
aún así, yo, Jesús te digo:
-Tú me negarás y de mi pasión serás testigo".
-A todos ustedes les digo:
que nunca los dejaré solos
como ustedes me dejan hoy
(se hizo el más grande silencio).
Mas la envidia
por poseer hermosa virtud
hizo de los maestros de la ley
planear cruel difamación.
Herodes tuvo miedo
Poncio Pilatos las manos se lavó
y lo condenó
a la feroz crucifixión.
Tus rayos dorados
aunque no se han apagado
de rojo lumbre se han tornado
pues el rostro te han desfigurado.
-¡Perdónalos Señor,
pues no saben lo que hacen!...
todo se ha cumplido-
Duerme Jesús
el sueño negro
el sueño de la muerte
el sueño eterno.
La luz vuelve a resplandecer
magnífica, celestial obra
herido sol que oculta el atardecer
mas al día siguiente vuelve a renacer.
Resucitó al tercer día
¡Llénese el mundo de alegría!
¡Llénense los corazones de fé!
¡Llénense los corazones de fé!
Su mirada no fue de miedo
fue más bien de tristeza
ante la ignorancia del hombre,
aún así su rostro dibuja una sonrisa.
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Escrito por su amigo, el Poeta de las Rosas Perfumadas: G. Marin.
D.R. México.